Más adelante, se tropezaron con un gallo que chillaba porque su dueña había ordenado que lo metieran en la olla. Los otros animales lo invitaron a cantar con ellos en su grupo.
En la noche llegaron a una casa iluminada. Los amigos se asomaron por la ventana y vieron a un grupo de ladrones. Los animales tuvieron la idea de asustarlos para así ellos poder entrar.
Se treparon uno encima del otro: el burro abajo, encima el perro, enseguida el gato y, por último, el gallo. El perro ladró, el burro rebuznó, el gato maulló y el gallo cantó.
Los ladrones pensaron que eran fantasmas y huyeron. Los animales entraron, comieron y luego se acostaron. Cuando los ladrones vieron la casa oscura hicieron regresar a uno de ellos. El gato le arañó la cara, el perro le mordió la pierna, el burro le dio una patada y el gallo soltó un quiquiriquí.
El ladrón le contó a los otros que una bruja lo había arañado, un hombre le había clavado un cuchillo en la pierna y que un monstruo lo había golpeado fuertemente.
Los ladrones huyeron.
Grimm, Jacob y Grimm, Wilhelm (2006), "Los músicos de Bremen", El libro de oro de los cuentos de hadas, Caracas, Ekaré. (Adaptación).
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