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La tortuga y la liebre
Un día la liebre se encontró con la tortuga. La liebre le dijo que ella era muy lenta y corrió hasta el final del campo para que la tortuga la observara. La tortuga aceptó el hecho de que la liebre era muy rápida.
Luego, la liebre le dijo a la tortuga que tenía las patas torcidas y se burló porque ella no podía correr. La tortuga le respondió que ella no corría, sino que iba poco a poco. Además, la invitó a competir en una carrera.
A la liebre le pareció la cosa más divertida del mundo y aceptó. Como era una competencia tan singular, vinieron a verla todos los animales del monte. La liebre partió veloz y cuando ya iba por la mitad, miró hacia atrás y vio que la tortuga no había avanzado sino unos metros. Entonces pensó:
“Mientras llega la tortuga hasta aquí, tengo tiempo de darme un banquete con las zanahorias de este campo”. Luego, volvió a la ruta y miró hacia atrás. La tortuga había avanzado varios metros más, pero aún estaba lejos. Entonces la liebre decidió dormir una siesta a la sombra de un árbol.
La tortuga venía poco a poco, sin detenerse. Hacía mucho calor y tenía sed, pero no se detuvo.
Después de un rato la liebre despertó. Miró hacia atrás y no vio a la tortuga. Y entonces miró hacia la meta y se dio cuenta de que la tortuga estaba a punto de llegar. Corrió y corrió, a toda velocidad, pero la tortuga cruzó la meta antes de que la liebre la alcanzara.
Poco a poco se llega muy lejos.
Esopo (2004), El libro de oro de las fábulas, Caracas, Ekaré. (Adaptación).
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