¡Qué asco!
Hace unos 100 años alguien inventó una especie de crema con sabor a menta para lavarse los dientes: la pasta de dientes. El tubo de pasta de dientes no tardó mucho en inventarse, lo que permitió a la gente poner fácilmente la pasta en el cepillo de dientes.
Lavarse los dientes se popularizó durante la Segunda Guerra Mundial. El ejército de Estados Unidos daba cepillos y pasta de dientes a los soldados, y estos se lavaban los dientes dos veces al día. En aquel entonces, los tubos de pasta de dientes se fabricaban con metal; los de hoy son de plástico blando ¡y mucho más fáciles de manipular!
Hoy en día hay muchas pastas de dientes entre las cuales elegir, con multitud de colores y sabores, y hay marcas especialmente fabricadas para niños. Las personas que tienen los dientes bonitos anuncian pastas de dientes por televisión y en las revistas. A la hora de elegir una pasta de dientes, asegúrate de que contiene flúor. El flúor fortalece los dientes y los protege de las caries.
Para lavarte los dientes, no necesitas mucha pasta: con un poco de pasta, del tamaño de un chícharo, basta. No es una buena idea tragarse la pasta, de modo que asegúrate de enjuagarte bien la boca después de cepillarte los dientes y de escupir cuando hayas acabado.
¿Qué antigüedad tiene el cepillo de dientes? El cepillo de dientes se inventó en China hace más de mil años. Esperamos que el tuyo no sea tan antiguo.
Los dentistas recomiendan cambiar de cepillo de dientes cada tres meses. Ve a tu dentista para que te haga una revisión y es posible que te regale uno.
“El cuidado de los dientes”, Kids Health en Español, disponible en: http://googl/ZwYsY (Adaptación).
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