Ayúdame que yo te ayudaré
Narrador: Un día la mano izquierda le dijo confidencialmente a lamano derecha:
Mano izquierda: Mira, nosotras trabajamos todo el día, mientras elestómago no hace nada.
Narrador: La mano derecha gritó:
Mano derecha: Hagamos huelga, no le demos ya comida al estómago.Que él se las arregle si quiere.
Narrador: Entonces, habló el estómago:
Estómago: Amigos, ustedes estánpensando mal. Nuestro trabajo yaptitudes son muy diferentes, pero laverdad es que dependemos muchísimo losunos de los otros.
Narrador: Las manos le gritaron:
Manos: ¡Cállate! ¡Esos son losargumentos de un tonto! Desdeahora no vas a comer nada,absolutamente nada.
Narrador: Pasaron unos días.
Mano izquierda: ¡Ay, qué débil mesiento!
Mano derecha: Yo también, no sabes lo cansadaque me siento…
Narrador: Y todas las partes del cuerpo decíanlo mismo. Todas se sentían
desfallecer.Entonces el estómago habló:
Estómago: Yo también me sientodébil. Si me alimentan podrétrabajar de nuevo y ustedes y yonos sentiremos mejor.
Mano derecha: Bueno, vale lapena probarlo.
Narrador: Las manos cooperaron y metieronla comida en la boca.Al poco rato las manos exclamaron:
Manos: Ya nos sentimos mejor.Narrador: Todos los miembros del cuerpodecían lo mismo.Entonces comprendieron que todos los miembrosdel cuerpo deben cooperar si quieren conservarsecon buena salud, pues todos dependen deltrabajo de cada uno de ellos.“Todo lo que hagamos por losdemás, en realidad, lo hacemospor nosotros mismos”.De Mello, A. (2009), “La pelea del cuerpo”, tomado de: http://pazuela.
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