Ser artista
es convertir un objeto cualquiera
en un objeto mágico
es convertir la desventura
las tonterías y la basura
en un manto luminoso
es padecer día y noche
de una enfermedad deslumbrante.
Es saborear el futuro, oler la inmensidad,
palpar la soledad…
Es mirar, mirar, mirar, mirar.
Es escuchar el canto de Giotto,
la sonrisa de Leonardo,
el sollozo de Van Gogh,
el grito de Picasso,
la perfección de Mondrián,
el silencio de Duchamp.
Es desafiar a la razón
a la época, a la muerte.
Es acariciar mujer e hijos
como si fueran telas y pinceles;
es acariciar telas y pinceles
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como si fueran armas de combate;
es acariciar armas de combate
como si fueran tubos de colores;
es acariciar tubos de colores
como si fueran pájaros vivos.
Es pintar el cielo estrellado
como si fuera un basural;
es pintar un basural
como si fuera el cielo estrellado.
Es vivir como un príncipe
siendo solamente un hombre cualquiera;
es vivir como un hombre cualquiera
siendo solamente un príncipe.
Es jugar, jugar, jugar, jugar.
Es cubrirse la cabeza de azul ultramar.
Es cubrirse las manos de amarillo de cadmio
es cubrirse el corazón de rojo escarlata
es jugarse la vida por una pincelada
es despertar todos los días
ante una tela vacía.
Es no pintar nada.
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