Cristina sabía perfectamente las ventajas del servicio que ofrecía y, cada vez que podía, lo repetía entre
                        sus empleados y entre los representantes de las franquicias. “Si algo es evidente es que las habilidades
                        de marketing y la administración de servicios nunca han sido tan importantes como en la actualidad”,
                        comentaba con entusiasmo antes de empezar a enumerar las fortalezas del servicio que brindaba:
·
              A diferencia de las tiendas de servicio para mascotas, donde los consumidores son quienes llevan a sus
              animales a la tienda o la perrera, la empresa lleva el servicio a la casa de los clientes y estaciona el
              remolque en la calle.
· El uso de equipo para hidrobaño, en el que se bombea agua tibia a
              presión a través de una regadera, permitía a los operadores limpiar mejor a los perros que cualquier
              manguera de jardín.
· El baño se diseñó para eliminar las pulgas y garrapatas de los perros,
              mejorar las condiciones de la piel, limpiar su pelaje y eliminar los malos olores. Los clientes
              proporcionaban el agua y la corriente eléctrica.
· La cuota que pagaban los usuarios variaba de
              20 a 30 dólares por perro, dependiendo de la raza y del tamaño, de la condición del pelaje y de la piel,
              del comportamiento canino y de la ubicación geográfica.
· Se hacían descuentos por atender a
              varios animales en la misma dirección.