La Segunda Revolución Industrial y sus repercusiones en el orden político, social y económico serán estudiadas en este tema, que abarca desde 1850 hasta los inicios de la Primera Guerra Mundial. Se explicará cómo los avances tecnológicos de la segunda mitad del siglo XIX en la industria, las comunicaciones, los transportes y el impulso de las nuevas fuentes de energía fueron factores importantes para el surgimiento del imperialismo.
También se analizará el crecimiento de la producción industrial y la concentración del capital que representó la base para la expansión imperialista, además de la formación de los grandes grupos financieros y la competencia de las potencias europeas para ocupar territorios en Asia, África, América y Oceanía, con la finalidad de satisfacer su necesidad de abrir mercados para sus productos y explotar las materias primas de esos territorios.
Aparentemente la invasión y el reparto de África por parte de las potencias europeas debió ser fácil, pero se enfrentó con una difícil geografía y la dura resistencia de sus habitantes que logró romperse al utilizar como aliados a otros grupos africanos, la política inglesa de “divide y vencerás” y la superioridad tecnológica del hombre blanco. Un ejemplo del colonialismo en África lo representa El Congo, originalmente anexado como feudo personal por el rey Leopoldo II de Bélgica, después que tuvo conocimiento de que esta zona era rica en cobre, cobalto y diamantes, por la exploración que hizo el misionero escocés David Livingstone (1852-1856), mediante la cual estableció rutas mercantiles; la segunda exploración lo llevó a Zambezee y, la última, en busca de las fuentes del Río Nilo. Además de aportar los conocimientos de la zona a los europeos, como misionero se dedicó a las enseñanzas del cristianismo y a evitar el tráfico de esclavos. La tarea de explorar la región fue retomada por el periodista estadounidense Henry Morgan Stanley, que fue en su busca como una empresa del diario New York Herald. Stanley llegó hasta los lagos Victoria y Tanganica.
El rey de Bélgica asumió el territorio en propiedad, no concedió libertad a la población y se benefició con un régimen colonial que los consideró como bestias de carga, por lo que se llegaron a contar entre cinco y ocho millones de congoleños muertos por abusos en las minas y plantaciones. Fue tal el grado de explotación que hubo presiones internacionales para mejorar su condición, por lo cual dejaron de ser esclavos y pasaron a ser considerados niños. A partir de la Segunda Guerra Mundial, las estructuras colonialistas africanas comenzaron a resquebrajarse hasta que en la década de 1970 se dio el proceso de descolonización.
República Democrática Del Congo
De ahí el clamor de todos los capitalistas interesados en países coloniales exigiendo un poder estatal fuerte, cuya autoridad proteja también sus intereses en los rincones más alejados de la Tierra; de ahí el prestigio de la bandera de la guerra, que tiene que verse en todas partes para que se pueda planear en todos los lugares la bandera comercial.
Pero cuando más a gusto se siente la exportación de capital es donde existe el dominio completo de la nueva región mediante el poder estatal de su país. Pues entonces está excluida la exportación de capitales de otros países, goza de una posición privilegiada y sus beneficios reciben, incluso, la garantía del Estado (...). En conclusión, la política del capital financiero persigue pues tres objetivos: primero, la creación de un espacio económico lo más grande posible; segundo, la exclusión en él de la competencia extranjera mediante las murallas del arancel proteccionista, y tercero, la conversión del mismo en área de explotación para las asociaciones monopolísticas nacionales.
Hilferding, El capital financiero,
citado por Antonio Fernández.
Podemos dividir las naciones del mundo, grosso modo, en vivas y moribundas. Por un lado, tenemos grandes países cuyo enorme poder aumenta de año en año, aumentado su riqueza, aumentando su poder, aumentando la perfección de su organización. Los ferrocarriles les han dado el poder de concentrar en un solo punto la totalidad de la fuerza militar de su población y de reunir ejércitos de un tamaño y un poder nunca soñados por las generaciones que han existido. La ciencia ha colocado en manos de esos ejércitos armamentos que aumentan el poder, terrible poder, de aquellos que tienen la oportunidad de usarlos.
Junto a estas espléndidas organizaciones (…), existe un número de comunidades que sólo puedo describir como moribundas, aunque el epíteto indudablemente se les aplica en grado diferente y con diferente intensidad. Son principalmente comunidades no cristianas, aunque siento decir que no es éste exclusivamente el caso, y en esos Estados, la desorganización y la decadencia avanzan casi con tanta rapidez como la concentración y aumento de poder en las naciones vivas que se encuentran junto a ellos. Década tras década, cada vez son más débiles, más pobres y poseen menos hombres destacados o instituciones en que poder confiar (…) y, ante los ojos de la parte del mundo informada, muestra, en diverso grado, un panorama terrible, un panorama que desafortunadamente el incremento de nuestros medios de información y comunicación describen con los más oscuros y conspicuos tintes ante la vista de todas las naciones, apelando tanto a sus sentimientos como a sus intereses, pidiendo que les ofrezcan un remedio.
(…) Por una u otra razón, por necesidades políticas o bajo presiones filantrópicas, las naciones vivas se irán apropiando gradualmente de los territorios de las moribundas y surgirán rápidamente las semillas y las causas de conflicto entre las naciones civilizadas (…) naturalmente no debemos suponer que a una sola de las naciones vivas se le permita tener el beneficioso monopolio de curar o desmenuzar a estos desafortunados pacientes (…) indudablemente no vamos a permitir que Inglaterra quede en situación desventajosa en cualquier reajuste que pueda tener lugar. Por otro lado, no sentiremos envidia si el engrandecimiento de un rival elimina la desolación y la esterilidad de regiones en las que nuestros brazos no pueden alargarse (…).
Discurso pronunciado por lord Salisbury, The Times,
5 de mayo de 1898.
No hace mucho tiempo que los extranjeros viven aquí y no han tenido tiempo aún de causarnos graves daños materiales o morales; por esto, la mayoría de nuestros compatriotas no se preocupan gran cosa de ellos. Pero los que se interesan de verdad por la prosperidad nacional, deben considerar a los extranjeros según lo que han hecho o lo que están haciendo en el resto del mundo ¿A quién pertenecía antes la América actual? A los indios, que eran en la Antigüedad los dueños del país y han sido desposeídos por los blancos (…). Además, ¿qué les ha sucedido a varios países con quienes han entrado en contacto? ¿Y qué diremos en Persia, India, Siam, Luzón y las islas Hawai? Cuando se trata de un país gigante como China, los blancos no han podido penetrar en el interior y han ejercido su influencia en el litoral; pero parece cierto que el Imperio chino se convertirá en una posesión europea. Doquiera vayan los europeos, la tierra cesa de producir y, lo que es peor, la especie humana, algunas veces, desaparece. Si nuestros compatriotas entienden claramente esta situación y se dan cuenta de que el Japón es un país de Oriente, ciertamente sentirán mucho miedo por su futuro (...).
Fukuzawa Yurichi, en Mutel, El fin del shogunato, citado por Antonio Fernández,
Historia del mundo contemporáneo, op. cit., p. 199.
La ocasión se ha juzgado conveniente para afirmar, como un principio donde están implicados los derechos e intereses de Estados Unidos, que el continente, por la condición libre e independiente que ha conquistado y que mantiene, no debe ser ya considerado como susceptible de colonización en el futuro por ninguna potencia europea. En las guerras entre potencias europeas nacidas de las dificultades propias, no hemos tomado parte alguna, y nuestra política es practicar la abstención. Es sólo cuando nuestros derechos son atacados o seriamente amenazados cuando sentimos nuestros peligros y hacemos los preparativos para nuestra defensa. Estamos mucho más interesados por los movimientos que se producen en este hemisferio, y esto por razones que deben ser evidentes al observador ilustrado e imparcial. El sistema político de las potencias aliadas es esencialmente diferente a este respecto de los de América, y esta diferencia procede de la que existe entre sus gobiernos respectivos (…).
Debemos, en consecuencia, declarar, ante la buena fe y las relaciones amistosas que existen entre Estados Unidos y estas potencias, que debemos considerar toda tentativa por su parte para extender su sistema a una porción cualquiera de este hemisferio como peligrosa para nuestra tranquilidad y nuestra seguridad. En lo que concierne a las dependencias actuales de cualquier potencia europea en América, nosotros no hemos intervenido ni intervendremos. Pero para la que afecte a los gobiernos que han proclamado su liberación, que la han mantenido, y que después de meditadas consideraciones y conforme a la justicia hemos reconocido la independencia, no podremos considerar toda intervención de una potencia europea, que tenga por objeto, ya sea obtener su sumisión, ya sea ejercer una acción sobre sus destinos, sino como la manifestación de una disposición hostil hacia Estados Unidos.
Es imposible que las potencias aliadas puedan extender su sistema político a alguna parte de este continente sin poner en peligro nuestra seguridad y nuestra felicidad (…) La verdadera política de Estados Unidos es dejarlas vivir por sí mismas, en la confianza de que las demás potencias adoptarán la misma actitud.
Mensaje al Congreso, del presidente James Monroe,
12 de diciembre de 1823.
S.M. la Reina Regente de España, en nombre de su augusto hijo D. Alfonso XIII, y los Estados Unidos de América, deseando poner término al estado de guerra hoy existente entre ambas naciones, ha nombrado con este objeto sus plenipotenciarios (…). Los cuales (…) han convenido en los siguientes artículos:
Artículo 1º. España renuncia a todo derecho de soberanía y propiedad sobre Cuba. En atención a que dicha isla, cuando sea evacuada por España, va a ser ocupada por los Estados Unidos, éstos, mientras dure su ocupación, tomarán sobre sí y cumplirán las obligaciones que, por el hecho de ocuparla, les impone el derecho internacional para la protección de vidas y haciendas.
Artículo 2º. España cede a los Estados Unidos la isla de Puerto Rico y las demás que están ahora bajo su soberanía en las Indias Occidentales, y la isla de Guam en el archipiélago de las Marianas o Ladrones.
Artículo 3º. España cede a los Estados Unidos el archipiélago conocido por las Islas Filipinas (…). Los Estados Unidos pagarán la suma de veinte millones de dólares (…) dentro de los tres meses después del canje de ratificaciones del presente Tratado (…).
Artículo 16º. Queda entendido que cualquier obligación aceptada en este Tratado por los Estados Unidos con respecto a Cuba, está limitado al tiempo que dure su ocupación en esta isla; pero al terminar dicha ocupación aconsejarán al Gobierno que se establezca en la isla que acepte las mismas obligaciones (…) En fe lo cual los respectivos plenipotenciarios firman y sellan este Tratado. Hecho por duplicado en París, a 10 de diciembre de 1898.
El movimiento plástico impresionista se desarrolló a partir de la segunda mitad del siglo XIX, principalmente en Francia. Aunque el precursor de esta corriente fue Edouard Manet con su pintura El almuerzo campestre, el alma del impresionismo paisajista fue Claude Monet, que en 1872 pintó el cuadro Impresión, obra que dio nombre al movimiento. Otros artistas representativos fueron Pierre Auguste Renoir, Edgar Degas, Camille Pisarro y Alfred Sisley.
Los impresionistas abandonaron los métodos de composición, el dibujo y las perspectivas tradicionales para pintar en forma más espontánea; preferían el aire libre, donde se fascinaban ante la luz y los cambios de color del día.
Entre sus características principales se pueden mencionar las siguientes: 1. Era una pintura naturalista, que pretendía captar el instante y el movimiento. 2. Intentaba captar la luz que se reflejaba en los objetos. 3. Utilizaba la yuxtaposición de colores y pequeñas pinceladas de variados tonos. 4. Los colores más frecuentes eran el magenta, amarillo, naranja, verde y violeta. 5. Los temas eran el paisaje en general, las costumbres, la vida cotidiana, un paseo por el río, una puesta del sol, el retrato de alguna mujer en el teatro, en el parque o en el baile.
Las obras de los pintores impresionistas fueron exhibidas en diferentes exposiciones desde 1874 hasta 1886. Entre ellas destacan: Monet, La Catedral de Ruán; Renoir, El Moulin de la Galette; Degas, La clase de danza; Pissarro, Cosecha de manzanas, y Sisley, La inundación de Port Marly.
(...) La condición de los obreros industriales, a comienzos del reinado de Victoria, ha sido calificada como “espantosa”; la jornada de labor se extendía a 15 o 16 horas, y el trabajo de mujeres y niños de muy corta edad era cruelmente explotado. Las protestas y luchas de trabajadores organizados y la actitud de políticos progresistas consiguieron atenuar este estado de cosas en los años siguientes. La situación de los campesinos asalariados era igualmente dura y su subsistencia dependía, casi exclusivamente, de la buena o mala voluntad del propietario de las tierras.
Jaques Chastenet, La vida cotidiana en Inglaterra al comienzo del reinado de Victoria,
citado por Juan A. Bustinza y Gabriel A. Ribas,
Las edades moderna y contemporánea, Kapelusz,
Buenos Aires, Argentina, 1973, pp. 214 y 216.