Este tema trata sobre el nuevo orden internacional, así como el conflicto entre el capitalismo y el socialismo que tiene lugar como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. El propósito del estudio de esta etapa reciente de la historia es que el lector se familiarice con los fenómenos políticos, sociales y económicos de nuestro tiempo.
Se analizan los cambios político-económicos generados por la Guerra Fría y la formación de bloques de poder, es decir, el surgimiento del mundo bipolar representado por Estados Unidos y la Unión Soviética, que dio origen a la carrera armamentista, así como a la infiltración política e ideológica en países de Asia, África y América, que de esta manera se convertirían en parte de esta lucha entre las dos potencias. También se describen los movimientos de liberación nacional de estos últimos países, entre los que destaca la RevoluciónCubana, cuya importancia reside en que constituye el primer movimiento socialista que triunfó en el continente americano. La importancia de este tema radica en que el lector tendrá una visión más clara y precisa del periodo que abarca desde 1945 hasta la caída del bloque socialista, así como de las consecuencias que este hecho ha tenido incluso en nuestros días.
Las partes en este tratado:
Reafirman su fe en los propósitos de la Carta de Fundación de las Naciones Unidas y su deseo de vivir en paz con todos los pueblos y todos los gobiernos.
[Están]Determinadas a salvaguardar la libertad de los pueblos, su herencia común y su civilización, basadas en los principios de la democracia, las libertades individuales y el imperio del derecho.
Desean favorecer en la región del Atlántico Norte el bienestar y la estabilidad.[Están]Resueltas a unir sus esfuerzos en la defensa colectiva y la conservación de la paz y la seguridad.
Acuerdan la conclusión del Pacto del Atlántico Norte:
Artículo 1°. Las partes se comprometen, tal y como está establecido en la Carta de Fundación de la Organización de las Naciones Unidas, a resolver por medios pacíficos todas las diferencias internacionales en que puedan verse envueltas, de tal modo que la paz y la seguridad, así como la justicia, no puedan ser puestas en peligro; y abstenerse en sus relaciones internacionales del recurso de la amenaza o el empleo de la fuerza de cualquier modo que resulte incompatible con la finalidad de las Naciones Unidas.
Artículo 3°. Con el propósito de asegurar de la manera más eficaz la realización de los fines del presente tratado, actuando individual y conjuntamente de una manera continua y efectiva por la aportación de sus propios medios y prestándose asistencia mutua, mantendrán y aumentarán su capacidad individual y colectiva de resistencia a un ataque armado.
Artículo 4°. Las partes se consultarán cuando, a juicio propio, la integridad territorial, la independencia política o la seguridad de cualquiera de ellas fuesen amenazadas.
Artículo 5°. Las partes convienen en que un ataque armado contra una o varias de ellas, acaecido en Europa o en América del Norte, será considerado como un ataque dirigido contra todas las partes y, en consecuencia, acuerdan que si un tal ataque se produce, cada una de ellas, en ejercicio del derecho de legítima defensa, individual y colectiva, reconocido por el Artículo 52 de la Carta de Fundación de las Naciones Unidas, asistirá a la parte o partes así atacadas, adoptando seguidamente, individualmente y de acuerdo con las otras partes, la acción que juzgue necesaria, incluso el empleo de la fuerza armada para establecer y mantener la seguridad en la región del Atlántico Norte (…).
Washington, Estados Unidos, 4 de abril de 1949.
Ma. Victoria López Cordón Cortezo y José Urbano Martínez Carreras,
Análisis y comentarios de textos históricos, Alhambra
Mexicana, México, 1990, pp. 346-348.
La Conferencia Afroasiática, convocada por los gobiernos de Birmania, Ceilán, India, Indonesia y Pakistán, ha tenido lugar en Bandung del 18 al 24 de abril de 1955. Además de los países promotores, han participado en la Conferencia las siguientes naciones: Afganistán, Camboya, República Popular de China, Egipto, Etiopía, Costa de Oro, Irán, Irak, Japón, Jordania, Laos, Líbano, Liberia, Libia, Nepal, Filipinas, Arabia Saudita, Sudán, Siria, Tailandia, Turquía, República Democrática del Vietnam Septentrional, Estado del Vietnam Meridional y Yemen.
La Conferencia Afroasiática ha examinado la situación en Asia y África y ha discutido los medios mediante los cuales los pueblos de los referidos continentes pueden realizar la más completa colaboración económica, cultural y política (...).
Declaración sobre los Problemas de los Pueblos Dependientes. La Conferencia Afroasiática ha discutido los problemas de los pueblos dependientes y del colonialismo, y los males derivados del sometimiento de los pueblos a la sujeción del extranjero, a su dominio y a su explotación. La Conferencia está de acuerdo:
Bandung, Indonesia, abril de 1955. Ma. Victoria López Cordón Cortezo
y José Urbano Martínez Carreras, Análisis y comentarios
de textos históricos, Alhambra Mexicana,
México, 1990, pp. 355-358.
La negritud es el simple reconocimiento del hecho de ser negro, y la aceptación de ese hecho, de nuestro destino de negro, de nuestra historia y de nuestra cultura.
Partiendo de la conciencia de ser negro, lo que implica la responsabilidad de su destino, de su historia y de su cultura, la negritud es el simple reconocimiento de este hecho, y no conlleva ni racismo, ni negación de Europa, ni exclusividad, sino al contrario una fraternidad entre todos los hombres. Existe, sin embargo, una solidaridad más grande entre los hombres de raza negra; pero esto no es en función de su piel, sino más bien de una comunidad de cultura, de historia y de personalidad. Así definida, la negritud es para el hombre negro una condición sine qua non de autenticidad de la creación en cualquier dominio que sea.
Aimé Cesaire, 1932–1934, López Cordón Cortezo y Martínez Carreras,
op. cit., p. 369.
S. M. el Rey de los Belgas, el Presidente de la República Federal de Alemania, elPresidente de la República Francesa, el Presidente de la República Italiana, S. A. R. la Gran Duquesa de Luxemburgo, S. M. la Reina de los Países Bajos.
Resueltos a establecer los fundamentos de una unión cada vez más estrecha entre los pueblos europeos. Decididos a asegurar por una acción común el progreso económico y social de sus países, eliminando las barreras que dividen a Europa.
Considerando como meta esencial de sus esfuerzos la mejora constante de las condiciones de vida y trabajo de sus pueblos.
Reconociendo que la eliminación de los obstáculos existentes exige una acción concertada con objeto de garantizar la estabilidad en la expansión, el equilibrio en los intercambios y la lealtad en la competencia.
Preocupados por fortalecer la unidad de sus economías y de asegurar el desarrollo económico de las mismas reduciendo las diferencias entre las diversas regiones y el retraso de las menos favorecidas.
Deseosos de contribuir, gracias a una política comercial común, a la supresión progresiva de las restricciones en los intercambios internacionales.
Queriendo robustecer la solidaridad que une a Europa con los países de ultramar, y deseando asegurar el desarrollo de su prosperidad, de conformidad con los principios de la Carta de las Naciones Unidas.
Resueltos a afirmar, mediante la constitución de este conjunto de recursos, la salvaguardia de la paz y de la libertad, invitando a los demás pueblos de Europa que comparten este ideal común a asociarse a su esfuerzo.
Han decidido crear una Comunidad Económica Europea y han designado a tal efecto como plenipotenciarios los cuales, después de haber intercambiado sus plenos poderes en buena y debida forma, han convenido las disposiciones siguientes.
Tratado sobre la Constitución de la Comunidad Económica Europea (Preámbulo),
Roma, Italia, 25 de marzo de 1957, López Cordón Cortezo
y Martínez Carreras, op. cit., p. 349.
En nombre de sus pueblos, los Estados representados en la IX Conferencia Internacional Americana.
Convencidos de que la misión histórica de América es ofrecer al hombre una tierra de libertad y un ámbito favorable para el desarrollo de su personalidad y la realización de sus justas aspiraciones (...).
Determinados a perseverar en la noble empresa que la humanidad ha confiado a las Naciones Unidas, cuyos principios y propósitos reafirman solemnemente.
Convencidos de que la organización jurídica es una condición necesaria para la seguridad y la paz fundadas en el orden moral y en la justicia.
Y de acuerdo con la resolución novena de la Conferencia sobre Problemas de la Guerra y de la Paz, reunida en la ciudad de México, han convenido en suscribir la siguiente “Carta de la Organización de los Estados Americanos” (...).
Capítulo II. Principios
“Carta de la Organización de los Estados Americanos”,
en: http://www.oas.org/juridico/spanish/carta.html.
Instrucciones
Instrucciones
Instrucciones
Tras la Guerra de Secesión estadounidense, cuatro millones de esclavos negros obtuvieron su libertad; pero, a pesar de ello, el Sur del país se negó a otorgarles la igualdad. Así, al llegar el siglo xx los derechos civiles de los negros eran limitados y también pesaban sobre ellos leyes segregacionistas, tales como impuestos electorales, la negación del derecho a voto y la separación de razas en las escuelas y en los autobuses. Esto último dio inicio a un boicot en la ciudad de Montgomery, Alabama, en 1955, encabezado por un pastor, el doctor Martin Luther King, hábil orador y negociador, quien acabaría por convertirse en el líder de los derechos civiles de los negros en Estados Unidos.
El Supremo Tribunal declaró anticonstitucional la separación de las razas en los autobuses, lo cual obligó a que cayeran también las barreras raciales en las escuelas, aunque esto no obligó a los blancos a acatar la ley, pero sí provocó severos choques entre la población, como en Little Rock, Arkansas, donde la Guardia Nacional tuvo que proteger a estudiantes negros. Los hechos violentos se repitieron en numerosas ciudades. Luther King y sus seguidores fueron perseguidos y atacados por una sociedad secreta especializada en el terrorismo contra los negros, que se había fundado en 1866 con el nombre de Ku Klux Klan. Sin intimidarse, los negros acompañaron a su líder en diferentes mítines y marchas, como la que se celebró en Washington en 1963, que logró reunir a 250,000 personas. Ahí el doctor King leyó un emotivo discurso (I have a dream) en el que hablaba del sueño de ver que su país se “[…] convertiría en un oasis de justicia y libertad […] cuando se permita que la libertad resuene en cada ciudad, en cada aldea, en cada estado, entonces podremos avanzar y conocer que ha llegado el tiempo en que todos los hijos de Dios, blancos y negros, judíos y gentiles, protestantes y católicos, podrán tomarse de las manos y entonar las viejas palabras del canto espiritual negro: ¡Al fin libres! ¡Libres al fin! ¡Dios Todopoderoso somos libres!”.
La actuación de Luther King en pro de los derechos civiles, su pronunciamiento contra la guerra de Vietnam y su rechazo a la violencia le valieron para que en 1964 se le otorgara el Premio Nobel de la Paz. Desgraciadamente, sus ideas no fueron captadas por muchos; en consecuencia, surgieron movimientos tales como el “Poder negro”, el “Partido de Autodefensa Panteras Negras” y la “Sociedad Musulmana Negra”. Confiado en que lograría unir a todos en una manifestación pacífica, acudió a Memphis, Tennessee, pero antes de que esta iniciara fue asesinado el 4 de abril de 1968, con lo que se inició una semana continua de violencia en todo el país.
A la par de los grandes acontecimientos de la Guerra Fría, los jóvenes encontraron una nueva forma de expresarse, ajenos a cualquier máscara ideológica. Así, a mediados de la década de 1960, la guerra estadounidense en Vietnam alentó la reacción hacia una campaña de no violencia, amor, paz y alegría, distorsionada mediante el consumo de drogas. Este fue el movimiento hippie o la generación del flower power. Grupos juveniles que deseaban encontrar el “conocimiento de la esencia divina” se dieron cita en algunas universidades estadounidenses en busca de LSD, marihuana y hachís. La ciudad de San Francisco fue testiga del culto hippie de la juventud de Estados Unidos.
En un tiempo corto, a los conmovedores mensajes de “amor y paz”, de lucha contra la guerra y para volver hacia la naturaleza, ajenos al consumismo, se impusieron la dependencia, la desesperación y la violencia. La subcultura de los pacíficos rebeldes empezó a estar marcada por la muerte y la desaparición de un número considerable de jóvenes que se quedaron en el viaje.
Entre los escritores más representativos de esta generación beat y que fueron determinantes para los movimientos contraculturales, se encuentran William Burroughs y Allen Ginsberg. La música estuvo asociada a este movimiento contestatario y encontró su mejor expresión en el rock. Jimi Hendrix, Janis Joplin y Mick Jagger marcaron a la juventud de su época y, asimismo, se vieron inmersos en un torbellino de drogas y autodestrucción.
El movimiento hippie y otros más, considerados una subcultura o cultura underground, se convirtieron a lo largo de la década de 1960 en un movimiento de masas, opuesto al modelo social dominante, y culminaron en el festival de Woodstock (Nueva York) en agosto de 1969: “tres días de paz, música y amor”, para mostrar su desacuerdo con la sociedad. Este festival trajo, más que otra cosa, la desilusión y el desencanto de la llamada revolución psicodélica. Desgraciadamente, la bandera de la protesta, la denuncia y una visión contracultural del mundo, se convirtió en un culto a la droga, la violencia y la pérdida de valores.
Cabe citar la expresión de John Lennon, ex integrante del grupo The Beatles, tras los grandes desordenes y crímenes que se cometieron en nombre del movimiento hippie: “El sueño ha terminado”.
Los años sesenta perduran en el recuerdo de los que entonces eran jóvenes como “la década prodigiosa” en la que una Nueva Izquierda auténticamente revolucionaria iba a cambiar las esencias de un mundo capitalista, en el que las entidades multinacionales imponían las reglas de un juego agresivo e insolidario. Esos jóvenes estaban siendo educados en el seno de unas sociedades europeas y americanos cuyos modelos de vida rechazaban. Ellos se identificaban con los movimientos en pro de los derechos civiles de los negros en Estados Unidos, con las luchas por la libertad y la independencia de los pueblos colonizados de Asia y América Latina, con el pueblo vietnamita que estaba siendo masacrado por las bombas del imperialismo americano. Sus modelos no estaban, pues, en Europa o en Estados Unidos, sino en China, en Cuba... Sus héroes eran Che Guevara, Fidel Castro, Ho Chi–Min o Mao Zedong. Todo este movimiento generacional de protesta tuvo su explosión en París, en el movimiento de Mayo del 68 cuando, por unos días, se creyó que iba a ser posible hacer realidad las consignas de Rimbaud y de Marx:
“Cambiar la vida”
“Transformar la sociedad”
Hipólito de la Torre y Víctor Morales (Coord.), Historia Universal Contemporánea,
Centro de Estudios Ramón Areces, Madrid, España, 1997, p. 631.